21 noviembre 2024

El Orientalista

Deportes, Música y algo más

Estos son los «productos» que pueden envenenar a Funcionarios.

comentarios #aLoClaro por Fernando Buitrago @fdo_buitrago 809-805-8343

El poder es lo más volátil que existe, según un análisis simple de la historia de la humanidad… que pocos leen y menos, analizan.

Desde que el ser humano existe y logró agruparse, luchó no solo contra las inclemencias, sino también contra la supremacía entre sus semejantes, hasta la política como la conocemos hoy día que trata, más o menos organizada, de poder imponer reglas.

Justo cuando alguien en un conglomerado humano huele a poder, comienzan a rodearle fuerzas a veces indescriptibles que solo existen si hay posibilidad, incluso, dado el propio sentido común, de que esa persona en un momento dado sea apoderado de algún tipo de nombramiento o conquista social, militar, que termine decidiendo el destino de otros hombres, poblaciones, país e incluso, parte del mundo.

Quien llega al poder debe saber que justo a su lado o un poco más alejado existen otros con las mismas ambiciones y que el paso por el «podium» es temporal, a no ser que sea de los pocos reyes que existen aún en el planeta Tierra.

En las instituciones del estado dominicano los puestos son muy vulnerables, rodeados siempre por seguidores, gente fiel, adulones o conspiradores, siendo estos dos últimos los que un día se destapan para buscar reemplazos o subir en las escalas y los dos anteriores los que pueden terminar haciendo daño con los aplausos.

El funcionario debe cuidarse de quienes hablan todo el tiempo, de «lo bien que va la gestión» o «de lo mal que le va al otro», de las muchachas que comienzan a visitarle, quien sabe mandado por quien para servir de mensajeras, secretarias, o asistente de un asistente, pero que estará cerca para poder servir de la suficiente tentación como para «pecar», del «maldito» Ego aupado por bien intencionados que terminan convenciéndoles de que además del «decreto» pueden aspirar a un cargo electivo, desenfocándoles del rol asignado por su jefe máximo, a veces, el presidente, de los choferes con pistolas visibles, de maestro(a)s de ceremonias que cuando les anuncian suben la voz y casi anuncian la llegada del redentor, de los escenarios dedicados a «él», de comenzar las «tradicionales dádivas» a viejitas o niños que nunca hizo, de regalos de proveedores, de los audios de voz de whatsapp, delo que se comente en el grupo donde él sea la principal figura, de la opinión desbocada de sus seguidores, de los celulares «cerca», de los restoranes que «frecuente» y de cada palabra que salga de su boca.

El funcionario es solo un Servidor Público con un poco de poder que le asigna su función; puede ser destituido por inconductas o por conveniencia, que es útil mientras lo sea consciente siempre que todo es temporal y si bien está arriba, con posibilidades de vivir un poco mejor que sus semejantes no puede someter al contrario como en tiempos feudales, pues no es «rey» ni en su reino y solo el tener los pies sobre la tierra, cada día, cada hora, cada minuto, cumpliendo la ley que rige su labor, lo hará «salvo» de las fuerzas que seguro, irremediablemente, tarde o temprano, no solo lo reemplazarán sino que sus faltas las adjudicarán a su «mala gestión» y quien sabe, comiencen una cruzada por «su cabeza».

El Servidor Público con poder un día abandona este así como le fue otorgado y el único legado que se llevará en estos tiempos de cambios, ministerios públicos independientes y whatsapp, es el convencimiento del deber cumplido y el Ego, el 4×4, la muchachona que le visitaba cruzando las piernas y los que aplaudían se escurrirán en la misma medida que sus pasos se alejen de la institución de la cual fue el «rey».

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