El 66,8% de los votantes dice ‘sí’ a una nueva Carta Magna que nace con huesos de cristal: la tasa de participación apenas alcanza el 23,7%, un récord de mínimos
Argelia se dota de una nueva Carta Magna, tras quedar aprobada en referéndum por el 66,8% de los votos. El plebiscito celebrado el domingo ha quedado marcado, sin embargo, por un boicot masivo que hace que la Constitución haya nacido con huesos de cristal. La tasa de participación apenas ha alcanzado el 23,7%, lo que la convierte en la más baja de la historia de Argelia. En la Cabilia, región que sistemáticamente da de lado a las urnas, la mayoría de los colegios electorales ni siquiera llegaron a abrir en las grandes ciudades.
Pese a la victoria del ‘sí’, la abstención récord registrada constituye una verdadera humillación para el régimen argelino, que esperaba con este plebiscito enterrar el ‘Hirak’, el movimiento popular de contestación que reclama un Estado civil sin la tutela que los generales ejercen sobre la política argelina desde su independencia de Francia, en 1962. En febrero de 2019 estalló una ola de manifestaciones que mantuvieron en jaque al sistema hasta que la brutal represión y la aparición de la Covid-19, el pasado marzo, hicieron imposibles las concentraciones de protesta. El ‘Hirak’ demolió 20 años de presidencia de Abdelaziz Buteflika, pero los cimientos del régimen han logrado mantenerse intactos.
En las presidenciales del 12 de diciembre pasado, la participación ya marcó un mínimo histórico, sin alcanzar siquiera el 40%. Esto hizo que Abdelmayid Tebune, de 74 años, resultara elegido presidente con una legitimidad muy cuestionada. Ahora ha recibido otra estocada, ya que este referéndum constitucional era su gran apuesta para ganarse la confianza de los ciudadanos en sus promesas de ‘refundar’ la república. No ha ayudado que Tebune se encuentre ingresado desde la semana pasada en un hospital de Alemania, sin que se haya informado de forma transparente sobre su dolencia.
Pese a ello, este lunes las autoridades argelinas han anunciado el resultado con inusitado entusiasmo. «Ahora tenemos una Constitución ‘halal'», ha señalado el presidente de la Autoridad Nacional Independiente de las Elecciones (ANIE), Mohamed Charfi, al dar a conocer los resultados, según informa el medio online TSA. Con ‘halal’, Charfi se refiere a las condiciones «legales» y «constitucionales» en las que se ha celebrado la votación, distanciándose de las tasas de participación ‘a la soviética’ que presentaron los sucesivos referendos y votaciones llevados a cabo bajo la ‘era Buteflika’. La anterior revisión constitucional, en 2016, por ejemplo fue adoptada con una participación del 80%. «Las condiciones en las que se ha realizado este referéndum eran un desafío», se ha justificado el jefe de la ANIE que ha atribuido el deprimido ambiente electoral al coronavirus.
Éxito de la estrategia del ‘Hirak’
El ‘Hirak’, por su parte, puede cantar victoria, pues su campaña por el boicot ha surtido efecto: sólo uno de cada cinco electores se han movilizado. «Espero que los hombres y mujeres del sistema comprendan esta lección y hagan lo necesario para escuchar las demandas del pueblo. Los ciudadanos quieren su propia Constitución e instituciones», ha afirmado Mustafa Buchachi, abogado defensor de los Derechos Humanos y una de las caras visibles de la oposición, en declaraciones recogidas por la agencia Reuters.
Desde el ‘Hirak’ se ve esta nueva Constitución como un «cambio de fachada». Los líderes de la disidencia insisten en que Argelia debe ir a una verdadera transición política, de la mano de un proceso constituyente. «El poder debe tomar conciencia de su derrota y reconsiderar su hoja de ruta. El proceso de transición democrática constituyente es la solución», ha recalcado en Twitter el vicepresidente de la Liga Argelia de Defensa de los Derechos Humanos (LADDH), Said Salhi.
Límite de mandatos presidenciales
La nueva ley fundamental del país norteafricano no cambia el marco político. Consagra una serie de derechos y libertades sobre el papel, aunque en realidad llega en plena ola de represión contra periodistas y disidentes que no se ha visto alterada por la emergencia sanitaria del coronavirus. Eso sí, limita los mandatos del presidente a sólo dos periodos de cinco años -con Buteflika no existían cortapisas- y da más poderes al Parlamento y al poder judicial.
Como novedad, el preámbulo incluye por primera vez una referencia clara a la preservación del medio ambiente y a las consecuencias del cambio climático, una mención importante ya que la economía de Argelia depende en un 90% de los hidrocarburos.
El Ejército no sólo conserva sus prerrogativas, sino que las aumenta. La influencia política de los uniformados sigue siendo incuestionable, en tanto que el artículo 30 establece que «el Ejército defiende los intereses vitales y estratégicos del país». Además, en el artículo 91, se autoriza al instituto castrense a efectuar misiones de mantenimiento de la paz fuera de las fronteras argelinas. Un cambio de doctrina militar que abre la puerta, no sin polémicas internas, a una mayor involucración en la resolución de los conflictos de Libia y el Sahel.
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